Monday, February 25, 2013

Todas las vooooces toooooooodas. Hernán y el argentino medio que "Vio claro en su alma"

La inflación, un cuento sencillo
El rol de los medios, la reaparición de Cavallo y los argumentos que sólo buscan debilitar al gobierno.
       
Por: 

Hernan Brienza (Hablandole a un sujeto ideal con periplo de cambio político de realismo mágico)
 


 El cuento es muy sencillo. (Ay, no) Usted va al kiosco, al supermercado, al almacén y compra siempre el mismo producto. Un día el producto aumenta. Pero usted no se preocupa porque en los últimos años le ha ido mucho mejor que cuando no tenía trabajo. O tenía que mendigarle a su jefe que no lo echara. O porque ha recibido un aumento de sueldo o porque su mujer también consiguió trabajo y la cosa va mejorando para todos. (Si le hablas a un “usted” como un capitalino de clase media, va. Si me hablás a mi, mas o menos. Si le hablás a un tipo que tiene un plan o una madre soltera que sólo cobra la AUH tu interpelación se cae) Usted cree que eso es por generación espontánea o por virtud propia. Pero como está bien, o más o menos bien, o mejor, al menos, en términos económicos no se preocupa demasiado. Pero un día el mismo producto aumenta un poco más de la cuenta. Pero usted ya naturalizó lo que es tener trabajo, que le aumenten el sueldo un 25 por ciento todos los años o que su mujer tenga trabajo y que su hijo mayor también pueda tenerlo. Al mismo tiempo ve que la economía no crece como cuando la capacidad instalada de la industria todavía podía recuperarse de la debacle neoliberal del período 1989-2002 –es decir, que una gran mayoría ya tiene su trabajo y no hay tanta movilidad laboral como hace unos años– y lo asusta la crisis económica internacional.

Usted pasa por el bar de la esquina de su barrio (ah, no, no le hablás ni a los quom ni a la gente de las peores zonas del conurbano). Se pide un café. Y mira la pantalla de TN en silencio pero lee los zócalos con alguna barbaridad que lo pone de mal humor. Y estira la mano hasta la mesa de al lado para alcanzar algún diario ultraopositor y macrista como Clarín o La Nación, en el que remarcan constantemente el aumento del dólar o de los precios de los artículos diciendo que el gobierno miente con que no hay inflación o directamente con que es la política del gobierno la que genera la supuesta inflación. Y al costado lee una nota en la que el vicepresidente Amado Boudou una vez se sentó en el mismo banco de plaza que uno de los directores de la empresa Ciccone (en ese banco de plaza BELOVED le pasaba las expensas a Vanderbroele pa que se las pague) y eso parece prueba suficiente para armar una tapa "Escándalo de corrupción" o lee acusaciones sobre tal o cual funcionario que se afanó un jarrón que no le correspondía. Entonces, como usted es un tipo inteligente y deductivo, estalla: "La culpa es del gobierno", piensa, ata cabos. (No Brienza, no. No está funcionando)
 
Pero la cosa no es tan sencilla como parece. Usted es un tipo inteligente y enseguida relaciona: "Cuando no hubo inflación, yo no tenía trabajo." Entonces, esos cantos de sirena de los economistas neoliberales que salen por la tele dando recetas económicas que a usted lo dejaron en la lona ya no le empiezan a gustar tanto. (Realmente te parece que el tipo que lee Clarín y la Nación de repente por “inteligencia” y no por fracturas de trayectorias de repente cambia de opinión?. Muy TIRAMAGIA dirían twuitteros amigos) Puede llamarlo Melconian, si quiere, o Bonelli, el que aparece ahora por TN, el mismo que apoyaba el corralito de Fernando de la Rúa, recuerda ahora. Y entonces aparece Domingo Cavallo. Sí, sí, Domingo Cavallo hablando de la crisis y de las posibles soluciones para el 2015. Y usted hace un gesto negativo con la cabeza y recuerda: "Pero si vos atorrante sos el mismo que vendiste todas las empresas del Estado, el que llevó la desocupación al 25 por ciento en 1995, el padre del corralito, el que aumentó la deuda externa en un 300 por ciento, ¿qué podés hablar vos ahora?" (Esta columna es muy Ignacio Copani) Y Cavallo apoya a Mauricio Macri. Y Mauricio Macri ataca al gobierno por la inflación. Entonces, no es difícil darse cuenta, Macri y Cavallo son lo mismo. Lógica pura, ¿o no? (eeeh masomenos)Y usted recuerda lo que alguna vez oyó del final del gobierno de Raúl Alfonsín: que fue Cavallo a los centros financieros a aconsejarles que no le presten ayuda económica a la Argentina, porque el próximo gobierno, el de Carlos Menem, iba a responder con un modelo económico más acorde a las exigencias de esos mismos círculos de poder, llámese Fondo Monetario Internacional, gobierno de los Estados Unidos, o Consenso de Washington. 
 
Es entonces cuando la cosa se pone peliaguda y usted comienza a sospechar ¿Puede ser que los principales medios opositores como Clarín y La Nación fogoneen el tema inflacionario para generar más inflación? (si, pero hay otras cositas un poquitito más complejas, estructurales, de mercado que NO ENTRARÍAN en el problemita de Clarín y la Nazión) ¿Es posible que Cavallo esté montado en ese esquema que intenta debilitar en el plano internacional al gobierno nacional? 
 
Usted es un argentino medio, de buena leche, digamos. (Que bucólico. Se me hace más bien que este personaje que construiste existe en una minoría en capital y en el resto del país no existe) Un laburante, que a veces se manda alguna pillería tributaria nada más. (Deberías hablarle de la inflación a otro que no sea un argentino medio. Es verdad que son los que determinan el humor social, lo que se discute en la esfera pública, pero la inflación afecta a los sectores más postergados, que hacemos con eso Hernán. No me lo contestes ahora) Pero no es un hombre de derecha ni mucho menos. Prefiere que las cosas anden bien y todos seamos felices (?). Por eso le gusta leer todas las campanas. Llega a su casa y prende la computadora un rato y entra a Tiempo Argentino o a Página/12, ¿por qué no? Y lee a Mariano Beristain o a Néstor Restivo, por ejemplo. Y le dicen que, en realidad, el gobierno está preocupado por el tema, pero que no está dispuesto a frenar la economía, porque hacerlo sería perjudicar a los sectores asalariados. Porque frenar la economía y el consumo significa quitarle dinero del bolsillo a los trabajadores o dejar sin trabajo a miles y miles de personas. (Más control, otros modos no ortodoxos de controlar la inflación no hay?)"Ah, como en los noventa", piensa usted. Y sí, como en los noventa, le digo yo. Entonces, empieza a sospechar que el gobierno nacional no es el creador del alza de precios sino su víctima, como usted, claro. (El gobierno víctima de las empresas, como yo? Pero no tiene un poquito más de poder que yo?, el mercado es victimario del Estado? “Ah, como en los noventa”)
 
Pero usted empezó esta nota insultando al gobierno y está preocupado porque el control de precios funcione. (Quién? Vos empezaste esta nota. Le das animismo al personaje que construíste? No es muy verosímil este recorrido) Pero Clarín y La Nación, haciéndole creer que están de su lado, le informan que el acuerdo de precios ya es un fracaso antes de salir a la calle y ya hay desabastecimiento, aunque no te dicen ni dónde ni por qué. Claro, tampoco le dicen que los acuerdos de precios funcionaron bastante bien en la Argentina productiva de los años '40 al '70 ni tampoco le dicen que en Francia, por ejemplo, siempre hay acuerdos de precios exitosos con intervención del Estado. Entonces, usted ve por TN, suponga, que alguno de la familia Moyano, justo justo (Acá comienza la lectura paranoica de conjura) se le ocurre hacer un paro con bloqueo sobre supermercados mayoristas cuando empieza el acuerdo de precios. Y minutos después lo escucha decir a Hugo Moyano que se va a levantar el paro, porque Macri le da soluciones a los trabajadores. Y empieza a atar cabos. Macri, Cavallo, Clarín, La Nación y Moyano están entongados en algo. Pero no sabe todavía bien en qué. (mmmmm dijo la muda)
 
Sin embargo hay un dato que leyó en una de las notas, no se acuerda cual, que le llamó la atención: el 80 por ciento de los precios que aumentan en el supermercado lo manejan 28 empresarios. ¿Cómo? ¿Veintiocho tipos son capaces de decir cuánto vale la manteca, las papas fritas y la leche? Así parece. Y pero entonces, ¿por qué el gobierno no los agarra de los pelos y los obliga a mantener los precios en línea? Sencillo: porque son muy poderosos.(entonces nos cruzamos de brazos y le echamos la culpa a Clarín, que por cierto, también era muy poderoso y en aquel momento la política vs corporaciones era posible) Y porque las herramientas que tiene el gobierno están demonizadas por los principales medios opositores. Sin ir más lejos, usted odia a Guillermo Moreno y no tiene la más remota idea de por qué. Porque es patotero el tipo, se responde rápido. Pero, ¿a quién patotea Moreno? ¿A usted o a la pandilla de los formadores de precios? Le hago una pregunta, estimado lector: si el Estado tuviera cientos de Morenos dispuestos a controlar la cadena de costos en cada uno de los rubros de la economía, ¿no cree que usted estaría más protegido contra la especulación de los empresarios y comerciantes? Moreno está de su lado, aunque no pueda creerlo. (Más Morenos pues!)
 
Usted hace un alto. (Qué mayéutico que sos Hernán)¿En qué especulan los empresarios y comerciantes?, se pregunta. Sencillo: ellos quieren seguir ganando lo mismo que el año pasado o más. Entonces, pueden hacer dos cosas: o producir más y vender más, lo que implica un mínimo de inversión o remarcar los precios directamente sin hacer ningún esfuerzo. "Y si el de al lado aumenta por qué no voy a aumentar yo", dice el almacenero de su barrio. Lo justifican diciendo que los “aumentos de salarios que pin que pan". Pero si las paritarias aumentan un 25 por ciento y el salario es una parte menor en la cadena de costos –representan entre el 5 y 50 por ciento de los costos, ya sea una gran empresa o una pequeña–, ¿por qué los tipos aumentan un 25 o 30 por ciento los productos?  ¿Quién se queda con el porcentaje de ganancia restante? ¿el gobierno o los empresarios? Sin embargo, usted empezó esta nota protestando contra el gobierno ¿no? Pero el que se queda con su guita no es el gobierno nacional ni el funcionario que se afana un jarrón, sino los empresarios y los comerciantes. (Si, y? los dejamos nomas?) Pero ellos están invisibilizados. Sí, adivinó. Con complicidad de los medios opositores macristas como Clarín y La Nación. 
 
Usted niega con la cabeza, no puede ser todo tan conspirativo. No es posible ¿Con qué objetivo e intención? Sencillo, hombre, sencillo : quieren debilitar a un gobierno que les marca el paso a los empresarios (tanto no, a los formadores de precios al parecer no, Hablemos de eso), que quiere controlar sus ganancias, que quiere disciplinarlos para poder distribuir y redistribuir mejor la riqueza, las ganancias de una sociedad. Sencillo: porque quieren poder meterle la mano a usted en los bolsillos como lo hicieron durante los 25 años que fueron desde el 1976 a 2002 (No Brienza, complejo). Porque quieren un gobierno débil como el de Raúl Alfonsín para poder voltearlo cuando quieran. Y para eso necesitan que usted este año se la pase insultando al gobierno y no lo vote. Porque un gobierno fuerte, un Estado fuerte, no les conviene a los verdaderos dueños del poder en la Argentina: los 28 formadores de precios, los diarios opositores, los sojeros ni a sus empleados como José Manuel De la Sota, Macri y sus viejos y nuevos aliados. Usted ya lo sabe, hombre, no necesita que yo se lo explique. (Tal vez necesitamos que alguien más nos explique. A tu sujeto fantasma, a mi y a vos)

Sunday, February 24, 2013

Blanco fácil: Entrevista a uno de los analistas políticos más influyentes.

24-02-13 | POLÍTICA
"El kirchnerismo genera un rechazo cada vez más firme en la sociedad"
Por Rodrigo Duarte rduarte@infobae.com

El polémico (o irrisorio?) crítico cultural (no será mucho el blason? No era de cine nomás?) Eduardo Antín, más conocido como Quintín, analizó (ANÁLISIS QUINTÍN) en diálogo con Infobae el panorama político y aseguró que el oficialismo muestra signos "evidentes" (Cristal clear) de agotamiento. Críticas a Beatriz Sarlo (esta peleíta viene de lejos)  y reivindicación de la protesta ciudadana

Crédito foto: Flavia de la Fuente
A horas del aplastante triunfo que le otorgó el tercer mandato consecutivo a Rafael Correa, el presidente ecuatoriano proxy de la Revolución Bolivariana (ella misma un proxy de la Revolución Cubana), Quintín escribió en su cuenta de Twitter: "Evidentemente, el totalitarismo fascista descubrió en el siglo XXI la manera de llegar al poder por elecciones. Es un problema complicado". (el de tu manera de barajar los pensamientos? Sí, arduo. Me llama la atención la autoconciencia maquiavélica que le otorgás a esa idea platónica “totalitarismo fascista”. RE HEGELIANO pero en clave pelotuda)

Tuits afilados (?), lúcidos (definí “lúcido”) y alarmistas como ese son los que convierteron a Quintín (ex profesor de matemáticas, ex juez de línea (Upa, fuerte), ex director del BAFICI (con problemitas y zonas medio oscuras en la gestión, no?); actual columnista de Perfil) en uno de los más influyentes analistas políticos en 140 caracteres de la Argentina (estamos muy mal), despertando la admiración y la inquina de una elite tuitera que solo le tiene reservado el mismo trato reverencial y odio reverencial a otro polemista tiempo completo, el escritor y genio perverso Jorge Asís. (INFLANDO POR UN SUEÑO: el adjetivo “reverencial” está de más, nadie lo odia, nos cagamos de risa de él, como con los bufones de la corte)

Claro que Quintín (nombre real: Eduardo Antín) ya inspiraba temores y respeto (Buenaaaaaa temores y respeto quién sos, Vito Corleone?) veinte años atrás, cuando estaba al frente de la ahora fantasmal revista El Amante, la publicación responsable de transformar desde sus páginas al rancio cine argentino (la carrera de Eliseo Subiela nunca se recuperó de una brutal tapa que lo identificaba con "lo malo") y crear un movimiento a partir de sus postulados estéticos: el llamado "nuevo cine argentino", compuesto de autores ahora consagrados como Pablo Trapero y Adrián Caetano. (Todos sabemos de la proverbial capacidad de las intervenciones críticas en el campo artístico para provocar TEMORES Y RESPETOS, Tonys Montanas de la crítica cinéfila)

En una entrevista vía mail con Infobae, Quintín, quien reside hace una década en la localidad de San Clemente junto a otra histórica de las épocas de gloria de El Amante, Flavia de la Fuente, hace una defensa del Perón vuelto del exilio, advierte la intención del kirchnerismo de perpetuarse en el poder, y hasta reivindica el reciente abucheo al viceministro de Economía Axel Kiciloff. (Qué impredecible todo)

 

-Hace poco usted escribió que se sentía que el kirchnerismo estaba por llegar a su fin. ¿Qué señales percibe para hacer esa afirmación?

No sé si no fue más bien una expresión de deseos. (ah bueno, listo, gracias capo por la fundamentación) Pero, de todos modos, creo que el kirchnerismo, a pesar de su enorme poder, muestra signos muy evidentes de descomposición: se ha vuelto ineficaz, hace un enorme desgaste de energías ante cada situación, sobreactúa la mentira, la obsecuencia y la agresividad. Y su gestión, que va comprometiendo la economía, va generando un rechazo cada vez más firme en la sociedad. Hoy, solo lo defiende con fervor el núcleo más fanático y comprometido con la estructura militante. (pruebas contundentes, realmente. Y Quintín sabe mucho de “la sociedad” porque NO SE PASA TODO EL DÍA METIDO EN EL NANOCLIMA DE TWUITTER ah, no, paraaaaaaa)

-¿Piensa que de todas formas el oficialismo buscará reformar la Constitución o que paulatinamente los kirchneristas buscarán correrse hacia Scioli? ¿Cómo vislumbra ese posible escenario post-Cristina? (Si hay una opinión que me interesa, que derriba todos los diagnósticos o evaluaciones de politólogos, sociólogos y economistas, es la de el señor “Oráculo de Delfos” Quintín)

No hay duda de que el oficialismo buscará la reforma de la Constitución u otro mecanismo para perpetuarse en el poder (Chechescu monarquía estalinismo Césareo). No veo que Scioli, ni ningún candidato que no pertenezca plenamente al aparato les resulte confiable. En ese sentido creo que Massa, cuya identidad ideológica es un misterio, puede resultar más potable para el kirchnerismo duro. (PONELE)

-Al revelar que votó a Macri en el ballotage por la jefatura de la Ciudad del 2011, usted confesó que nunca pensó que votaría por un candidato “no progresista”. ¿Piensa entonces que cualquier alternativa es preferible al kirchnerismo?

Creo que cualquier político democrático y republicano es mejor que un kirchnerista. En América Latina, la disyuntiva es dictadura populista/leninista (anoten en FSOC esta fórmula novedosa con infinita capacidad explicativa) (Estoy inventando un género acá: parodia de parodias, qué borgeano locoooo) o república. En otro contexto (digamos una democracia europea, o en Chile, por ejemplo) yo tendería a votar por la centroizquierda. Pero buena parte de la centroizquierda argentina, que coquetea con Chávez, ama a Fidel Castro y no está del todo convencida de los valores republicanos (definime este sintagma piedra de toque orgásmica “valores republicanos”) (y por eso cree que Cristina es mejor que Macri, mientras que yo creo que tanto Macri como Binner son preferibles al kirchnerismo) no es una alternativa muy atractiva.

-Fue uno de los pocos personajes públicos en salir en defensa  de quienes abuchearon a Kicillof en Buquebus y hasta propuso hacer una remera que dijera “Yo escraché a Kicillof” (sos Warhol boludo, te llenás de Plata en zona Norte). ¿Por qué cree que eso fue algo que debía ser vindicado y no criticado, como hasta casi toda la oposición, con la excepción de Elisa Carrió, hizo?

La hipotética remera no decía eso sino "Yo abucheé a Kicillof" (aaah que gran diferencia, ahora sí, sos un tipo a todas luces democrático y tolerante). Estoy profundamente en contra de los escraches como eventos organizados (y más desde el poder) pero el abucheo a un funcionario tan poderoso, tan prepotente y tan irresponsable como Kiclillof (y a sus tan poderosos, prepotentes e seguramente irresponsables hijitos de preescolar) me pareció un acto magnífico, que mostró espontáneamente el rechazo y la bronca al gobierno (TU MAYO DEL 68, el abucheo al poder!). Como en el caso del 13 de septiembre, buena parte de la oposición política y del periodismo independiente (HOLA TENEMBAUM) salió inmediatamente a desmovilizar, se indignó con excusas pueriles con la manifestación natural y pacífica de esos ciudadanos. Cuando, en realidad, fue una señal importantísima hacia el poder y el resto de la ciudadanía, un síntoma del deseo de resistir a un gobierno cada vez más despótico (Agarrenmé que escupo un pulmón de la carcajada, se me ríen tanto las tetas que están emulando las estridencias de la "Cabalgata de las Valkirias"), que abusa de las instituciones y de la población. Elisa Carrió tuvo razón en solitario, como tantas otra veces. (Tu Beatriz, Dante de la pelotudez)

-Suele ser muy duro con algunos colegas cercanos o alguna vez cercanos a usted, como Beatriz Sarlo (esta no es tu Beatriz) y Tomás Abraham, a quienes les reprocha adoptar posiciones políticas “ambiguas”. ¿Cree que secretamente admiran al kirchnerismo?

Con Abraham y Flavia de la Fuente, mi mujer, empezamos un blog (La lectora provisoria) pero Tomás se fue al año, entre otras cosas porque él sostenía a Dante Palma en la redacción. Después quedó muy claro que Palma era un sofista en busca de un empleo oficial. Tomás es un tipo muy inteligente, a veces brillante, pero no tiene un pensamiento siempre consistente.(aaah bueeeeeeeeeno, Quintín "Gelatina expuesta al calor sobre una telaraña" te dice inconsistente Tomás, golpeate el marote 300 veces con los "Dits et Écrits" de Foucault) Le gusta demasiado sorprender y el poder solo le repugna a veces. A Sarlo la traté personalmente pero nunca formé parte del mismo espacio político ni intelectual que ella.(bueno, yo tengo una hipótesis para eso: no sos ni el microbio que galopa el piojo más debil que se agarra del pelo más hirsuto del perro de Sarlo en lo que respecta a capital cultural)  Hoy me decepciona mucho su posición de espectadora o de árbitro que encuentro muy frívola (Sos muy cara de piedra Durán), y me hieren sus palabras (Ay hablalo con el psicólogo Meamooor, qué alma sensible) de admiración por Kirchner y por Chávez. Es como si Sarlo hubiera apostado con Laclau en un café a ver si triunfa la dictadura o la democracia, pero es una apuesta amistosa, cordial, entre intelectuales narcisistas. (Entre intelectuales, a secas, categoría que no vas a poder alcanzar ni que te esnifes 1 kilo de libros de Sartre, Gramsci y Laclau hechos polvo)

-Usted se define hasta el día de hoy como peronista. ¿Hay algún candidato dentro del peronismo actual que lo seduce? ¿Qué opción tiene en mente apoyar en las elecciones legislativas de octubre?

Yo tengo una gran admiración por Perón. Para mí, su proyecto siempre fue socialdemócrata y en los 70 viró hacia una posición mucho más republicana, alejada de las componentes autoritarias de su primer gobierno. (Oh si, las republicanas AAA o ese Winston Churchill vernáculo llamado López Rega) Pero las dictaduras llenaron al peronismo de orgas más o menos leninistas (armadas, sindicales, políticas como Guardia de Hierro) y hoy siguen ahí, siempre preparadas a "ir por todo" (MONTONEROS AGAZAPADOS). Para mí, o el peronismo tiene un destino republicano o será definitivamente deglutido por una opción totalitaria. Me molesta, por otra parte, que muchos que se dicen republicanos —con quienes coincido en la oposición al kirchnerismo— sean antiperonistas rabiosos, casi de la Revolución Libertadora. Entre los dirigentes peronistas actuales, Julio Bárbaro (Julito “barba loca” Bárbaro) expresa muy bien esa necesidad de que la alternativa contra el kirchnerismo empiece por un acuerdo entre los partidos republicanos en la que el peronismo no puede faltar. Igual pienso votar a Carrió, que es necesaria en el Parlamento. Soy lilista-peronista. (Qué gran tendencia, el lilismo-peronismo, venceremos!)

-Además de crítico literario y analista político (QUÉ?! QUÉ???!) (y ex juez de línea y profesor de matemáticas...) usted es uno de los más prestigios, si no el más prestigioso de los críticos de cine en la Argentina. ¿Tuvo la oportunidad de ver el documental sobre Néstor Kirchner? O al menos la versión original de Caetano, un conocido suyo de las épocas de la revista El Amante?

No, preferí no verlo. Tampoco le quise pedir a Caetano que me muestre su versión. Fue todo muy bochornoso lo de la película. Una mezcla típicamente kirchnerista entre propaganda del régimen y negocios poco claros de los productores con el Estado. Al final, con un estreno de proporciones absurdas, no lograron que tuviera éxito ni regalando entradas, ni apretando a los intendentes para que llevaran a la gente. Esas cosas están más allá de la crítica de cine: forman parte de la picaresca y del desprecio por los espectadores. (Que crítico de cine tan profesional che. Ya se mando una parecida al hacer un crítica inespecífica, vulgarmente política del excelente corto de Llinás sobre Mariano Ferreyra. Un croto. Y este el crítico de cine más prestigioso, me quiero disparar el bajo vientre con una escopeta de caño recortado)

- El Amante fue clave en su momento en la aparición de una nueva camada de directores, así como en la formación de estudiantes y la renovación del gusto cinéfilo ¿Cómo juzga la actualidad del cine argentino? 

No puedo juzgar la importancia de El Amante en ese sentido. Tampoco todos los que hacíamos El Amante en los 90 pensábamos lo mismo. Personalmente, creo que el gran director argentino de estos años es Lisandro Alonso. Su obra hasta el momento me parece muy lograda, aunque ahora creo que llegó a una impasse en su carrera. Trapero me parece que sigue teniendo un gran talento, pero me gustaría que fuera menos comercial.

- ¿Hay algún director argentino por el que se hayan jugado y cuya carrera posterior los decepcionó?

Nos equivocamos (me equivoqué) unas cuántas veces. Por ejemplo, con Alejandro Agresti: cuando lo conocimos creímos que estaba en el punto de despegue de su carrera, pero en realidad estaba en su ocaso creativo. Martel creo que todavía va a dar que hablar, aunque no soy un fanático de su cine. También pienso que el grupo alrededor de Llinás está un poco sobrevalorado. Pero hay que decir que es muy difícil sostener una carrera en el cine actual en cualquier parte del mundo, aunque en la Argentina se agrega cierta autoindulgencia del medio: hay demasiadas películas hechas solo porque pueden conseguir un subsidio del Incaa. 

-¿Está de acuerdo con la opinión del director del Festival de Cannes, Tierry Frémaux, de que el cine argentino se suicidó?

Frémaux quiere para Cannes películas espectaculares, truculentas, con estrellas internacionales, con grandes temas y el cine argentino de estos años, más allá de los juicios de valor, es más bien discreto, sin grandes estridencias. No me parece que haya que hacer cine para complacer al señor Frémaux. (Bueno, hablando de cine sos un poquito más medido y racional, hay que reconocerlo)

Sunday, February 10, 2013

Raffo rifa vocación.

Casablanca

Por Guillermo Raffo
  
09/02/13 - 11:10
 
Buen día. (Hola, cómo te va) Ajusten el IQ unos treinta puntos más abajo de lo habitual, porque hoy vamos (a leer una columna tuya. Y sí, yo diría que hay que morigerarlo a nivel de un Bonobo) a escribir para caraduras (lo dicho). No me refiero al kirchnerismo. El adjetivo cándido que eligieron los pasajeros de Buquebus para molestar al viceministro de Economía describe una característica evidente, pero también superficial. El kirchnerismo emite bullshit (ohu in english, so cosmopolita) en un espectro muy amplio, admite en sus filas tanto a convencidos como a cínicos, no son todos caraduras. Los cínicos obviamente sí lo son, pero su longitud de onda es menor comparada con la de los otros, son como los rayos gamma. Los convencidos, en cambio, son esenciales al movimiento-clan-tribu-mafia-partido gobernante, y no pueden ser caraduras, porque se la creen. Entre esos dos extremos hay una mayoría de exponentes mixtos, con porcentajes de cinismo y de demencia que varían en cada caso (Estás hablando de la oposición no?). Dialogar con cualquiera de ellos es inútil, lo comprobé personalmente con experimentos muy diversos que dieron todos un resultado negativo (Raffo, el cientista social del kirchnerismo, trabajo de campo dialoguista fallido, llora Sócrates, llora Platón, llora Bajtín, llora Habermas, llora Voltaire OH!). Así perdí cinco años de mi vida conversando con idiotas, pero por lo menos lo hice en público y está documentado; nadie podrá decir que no lo intenté, con la mejor voluntad del mundo. (Qué sacrificado, esto quedará en los Anales de las quijoteadas ante la idiotez k, no te preocupes, te van a hacer un busto con cara aguerrida soportanto la estupidez ajena)

Me interesa hoy dirigirme a los otros caraduras; a los embanderados de la civilidad repentina, a los que predican que la violencia debe detenerse y que la violencia es decir “caradura”. Mentira. En realidad, no me interesa en absoluto, (Qué? Que pasó con este giro?) preferiría rebozar y freír mis propios ojos (avisá así chusmeamos el espectáculo), pero no me queda más remedio, porque en una semana saturada de reflexiones supuestamente profundas sobre el malestar en la cultura (Oh, Freud, que culto), no encontré ni una que evitara condenar el abucheo a Kicillof cuando volvía de sus vacaciones.

Los abucheadores –veinte o treinta personas unidas por la casualidad y una frustración común– (Ser unos derechosos lectores de la Nación con algunos problemas con el judaísmo, el marxismo y el estatismo, sí) fueron disciplinados hasta por quienes intentaron entenderlos. Incluso la ínfima minoría que se animó a defender el derecho a protestar, se vio obligada a aclarar que los abucheadores no lo habían hecho bien: inoportunos, maleducados, insensibles. Si no consiguen convertirse en Oscar Wilde, los abucheadores deberán callarse la boca para siempre. (Oh si, Oscar Wilde, ese abucheador de gente con niños en brazos, PERO CON ESTILO Y EDUCACIÓN)

Nadie les agradeció –permítanme ser el primero– (Un adelantado, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca) por aportar una módica dosis de catarsis a una situación que sigue siendo igual de insostenible, pero ahora por lo menos es más clara. También celebro que no se hayan apartado de los límites de la ley, y que hayan encontrado una palabra precisa y descriptiva –pero al mismo tiempo suave, inocente, de señora gorda– (INADIIII) para calificar al responsable de una situación de injusticia tan evidente que ni los más escandalizados paladines del decoro pudieron ignorar. Tan difícil era cuestionar el abucheo, que el aparato de propaganda del Gobierno tuvo que hacer correr el invento de que insultos mucho peores, racistas, se habían escuchado durante el incidente. (Y vos como ibas colgado del buquebus cual araña en la pared sabes exactamente todo lo que se dijo) Pese al entusiasmo de Ernesto Tenembaum, esa versión no prendió mucho, porque es mentira. (Omnisciencia Raffista, indudable. Alguien duda? *miríadas levantan la mano*)

No sé si alguna vez les pasó que, (NO ME INTERPELES PRIMATE, preocupate antes por inyectar de probatio esta pedorrada “catártica") mientras están escuchando música, alguien se ponga a cantar otra cosa. Es muy irritante. (Uy si terrible, Agapornis ponele) Es mucho peor aun si uno está feliz, tocando y cantando algo con sus amigos, y un grupo hostil irrumpe interpretando una música distinta, cada vez más fuerte, con la intención de silenciar a los que estaban cantando antes. Coincidiremos en que se trata de una espantosa falta de respeto. Esto que describo es, sin embargo, lo que pasa en una de las escenas más celebradas de una de las películas más famosas de la historia. Hay cuatro nazis cantando (GOOOOOOOODWIN ON THE WAAAATER), viene Victor Laszlo y pide La Marsellesa. Gana La Marsellesa. ¿Por qué nadie objeta la falta de respeto en la que incurren Victor Laszlo y sus acompañantes? Porque los nazis son malos y los oprimen, tienen más poder que ellos. Este detalle es igualmente aplicable a la situación en el Buquebus, pero por algún motivo nadie parece haberse dado cuenta. (Tal vez el motivo, hipotético, es que es ABSURDO)

Todos se dieron cuenta, por supuesto. Todos lo saben. Pero no pueden permitirse el lujo de reconocerlo. Si el abucheo a Kicillof es legítimo, entonces ellos están necesariamente en falta por haberse callado durante diez años. Concluyen entonces, por conveniencia, que no debe ser legítimo. Con esa lógica siniestra (Y clarísima) funciona la inverosímil invocación a los buenos modales que vengo escuchando desde hace meses, siempre pronunciada por gente a la cual los modales no le importaron nunca. (Los lógicos que leen esto se dan cuenta que la única manera lógica de abordar esto es con la lógica de los mundos posibles no?, y ni siquiera mirá)

Desde la época de los colonos puritanos hasta nuestros varios gobiernos militares, pasando por la era victoriana, los buenos modales fueron usados muchas veces como instrumento de control social, casi siempre para sostener un orden injusto cuyos fundamentos teóricos empezaban a flaquear. Es una maniobra perversa que perpetúa la opresión y corrompe la idea –saludable, en teoría– de que los buenos modales son importantes. Es cierto que son importantes, pero como piso de reconocimiento y respeto a los demás; no como mandato cultural que le permita a un subconjunto de la sociedad hacer cualquier cosa con el resto. Si viene un ladrón a mi casa, no le ofrezco un café: llamo a la policía. (Si viene un ladrón a tu casa es que vos llegaste, digamos)

Cuando no hay policía, las cosas se complican. No es sorprendente que el recurso de “los modales” intente ponerse de moda en un país sin ley ni justicia: a algo hay que recurrir para protegerse (la horda primitiva. Realmente me parece que si estás tan preocupado por la anomia absoluta deberías estar knock knock knocking on ONU‘s door, y no escribiendo en este pasquín intrascendente mientras el autoritarismo k se esparce en el globo cual histeria en época victoriana). Nelson Castro denuncia que lo echan de un bar por sus opiniones pero se niega a identificar el bar para evitar represalias violentas que imagina. ¿Dónde vive? ¿En Deadwood? Nelson Castro asume que, de hecho, no hay ley, entonces decide administrarla él. Es un disparate. Los modales no pueden reemplazar a la ley ni a la justicia, ni pueden ser invocados como escudo cuando ninguna de las dos funciona. (Si loco, Guantánamo al dueño del bar, hasta cuándo tanta impunidad?) Veinte años de Tinelli, rock chabón, aguante y barras bravas. (QUÉ? QUÉ?) ¿Ahora te preocupan los modales? No te creo nada, salvo que me expliques por qué tardaste tanto en darte cuenta. (Que compadrito, yo que Nelson le hago caso y haciendo un salto olímpico por sobre los buenos modales, le encajo una patada en la encía a este guapo del 900)

El Gobierno podría –debería– haber desactivado esta escalada haciéndose cargo de su responsabilidad. Kicillof podría haberles dicho a los abucheadores: “Disculpen. Ahora estoy de vacaciones, y con intimidarme no resolvemos nada. Trabajo para ustedes. Me preocupa mucho que su percepción colectiva sea que soy un caradura (Qué bueno que te preocupe Raffo, porque sí, creemos eso. Ah no! Leo anafóricamente y hablás de Kici, perdón, me confundí). Este es mi teléfono. Llámenme en horario de oficina” (JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. Muy fuerte) . Si faltaron reflejos, podría haber hecho lo mismo en conferencia de prensa al día siguiente. Y si él es incapaz de hacerlo, el Gobierno podría haber designado a otra persona para que rindiera cuentas. En cambio, redoblaron la apuesta. Porque no quieren menos violencia, quieren más. (Terrible, preocupante, escalofriante)

Veinte tipos sanos (Raffo tiene la libreta sanitaria y los informes psiquiátricos y test de Roschard de todos los viajantes del bendito buquebús del oprobio)–o no completamente enfermos– se encontraron de casualidad con el responsable de injusticias que sufren a diario y le dijeron “caradura” (Si, Kicillof, el creador de todos lo males de la patria, FUENTEOVEJUNA, el pueblo tuvo su revancha). Escándalo. (ES UN ESCÁNDALO, Pino Style) La oposición juntó a mil caraduras muy caraduras en los medios, todos practicantes del equidistantismo ilusorio, repudiaron el hecho, horrorizados. Macri dijo que era inaceptable; Alfonsín, que era “un abuso”. Disculpen los modales, pero váyanse a la mierda. (Uy chicos se calentó Raffo, uyuyuy)

La lapidación de los abucheadores es más que un síntoma: es garantía de anomia (Durkheim again) y desolación por muchos años. Si todas las voces autorizadas coinciden en que acatar reglas injustas es mucho mejor que rechazarlas, nuestra única esperanza es el recambio generacional, a largo plazo, después de la castástrofe inevitable que me alegra no estar ahí para sufrir cuando suceda. (Cheee horrible que no te hayas quedado a dar una mano acá. Avisoro que vos cual Adorno rajaste del cuarto Reich, Quintín te va a secundar a lo Horkheimer y Fer Iglesias cual Benjamin en Port-Bou va a perecer intentando escapar en la Triple frontera)

Mientras tanto, reclamo al menos para nosotros, los que no nos volvimos locos del todo (Dice Raffo mientras piensa cuál será la próxima Ana Frank y pisotea un pituto de ventana creyendo que es un micrófono que puso la ANSES), la capacidad de rechazar esa extorsión. Dentro de la ley, la catarsis es nuestro derecho. Dejarse apretar por Moreno no es algo de lo cual uno pueda jactarse, pero tiene claros atenuantes: Moreno tiene poder, armas y guantes de boxeo. Ahora, ¿dejarse apretar por Macri, Majul, Moreau, Tenembaum, Morales Solá, Felipe Solá y Humberto Tumini? ¿La verdad? Hay que tener vocación de pelotudo. (Si, hay que tenerla y exhibirla, qué gran galería de esa vocación ha sido esta papeleta, muchas gracias Raffito querido, saludos a Lilita y que vuelva su cuenta de Twuitter)

 

*Escritor y cineasta. (PAÍS GENEROSO ESTE Y EL QUE TE COBIJA POR SEMEJANTES RÓTULOS!)