Saturday, March 23, 2013

La falta no desaparece

                                                                            
                                                          (La dimensión de @L_Maga)

                                                                     

País (Juan Gelman)

"¿El universo? Claro ¿El infinito? Además.
¿La carne? Desde luego. Carne celeste
o con un cielo arriba que nubla cuando tocás
el odio y llueve un agua triste.
Una vaca pace en el hueso que vas a recordar.
¿Y los que olvidan?
¿Se tapan como indios las vergüenzas?
País desaparecido en una gorra militar,
¿estás en lo que venga?
Lo que vino es cobardía y desprecio.
Tumbas cavadas en el agua, Paul Celan.
El día me recuerda que no soy árbol y no tengo raíces de pájaro.
Vivo vagamente
y nadie me ve entrar."

Hueso, desnudez de indio, no tener raíces: figuras de la falta.

"País desaparecido en una gorra militar," Una sinécdoque dentro de otra: el todo por la parte, no desaparecieron las víctimas solamente, desapareció todo el país. La gorra militar,  la parte por el todo, metonimia de la dictadura.

"Tumbas cavadas en el agua, Paul Celan.". El poema de Celan "Fuga de la muerte" dice sobre la vida en los campos de exterminio nazi:

"Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
           bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él"

Gelman trae el intertexto de Celan como hilo conductor entre los dos horrores, modificando el elemento en que se cava la tumba (el agua) recordando los vuelos de la muerte. Lo que en el poema de Celan es una suerte de liberación oscura (no se está estrecho en el aire) en el de Gelman es sólo horror.

Friday, March 15, 2013

De un Rizoma para los rizomas.

Las tecnologías 2.0 como estímulo para el pensamiento y la estética rizomáticos. (Idea y subtítulo de @Hal______ )


Toda perspectiva materialista del arte debe poner en primer plano las condiciones técnicas de la producción y creación. Desde la téchne de la escritura (Derrida) hasta la de la reproductibilidad técnica (Benjamin).


Las redes sociales no han desplazado a los soportes tradicionales que siguen siendo los vehículos de consagración (el libro); pero han sido utilizados por escritores (los conocidos y los "cualunques" en términos de Rancière) para escribir, ser leídos, compartir e intercambiar. Eppur si muove


Las plataformas virtuales encorsetan y determinan las formas literarias, la brevedad parece ser la regla.


Las redes (twuitter, blog, facebook), pero especialmente el hijito de Jack Dorsey "in-forman" y guían el modo de razonar, exponer y escribir los pensamientos, no sólo por los 140 toquecitos, sino por la velocidad de esa red, su caracter de vidriera polífónica, la constante renovación que nos llevan a querer apurarnos para "responder" u opinar de un tema con el cual el presente es acuciante.


¿Cuál es el "Archivo" de estos modos de escribir en redes?


"Cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier otro, y debe serlo. Eso no sucede en el árbol ni en la raíz, que siempre fijan un punto, un orden.(...) Un rizoma no cesaría de conectar eslabones semióticos, organizaciones de poder, circunstancias relacionadas con las artes, las ciencias, las luchas sociales. Un eslabón semiotico es como un tubérculo que aglutina actos muy diversos, lingüísticos, pero también perceptivos, mímicos, gestuales, cogitativos: no hay lengua en sí, ni universalidad del lenguaje, tan sólo hay un cúmulo de dialectos, de patois, de argots, de lenguas especiales." (Mil Mesetas, DyG)


Twuitter favorece el género "menor", el fragmento, que también corre buena suerte en esa literatura mínima de los boletos de colectivo, los sobres de azúcar y demás: el proverbio, la sentencia, el axioma, el chiste, la parodia breve, el slogan, el epigrama, el poetuit, el enlace, la chicana, la puteada y el escarnio.


Amigos escritores y usuarios de redes puestos a componer un texto a partir de un tema que han reflexionado en, por ejemplo, twuitter, me comentaron detalles del proceso escriturario que confirman estas "hipótesis rizomáticas"; me contaron que el hecho de mencionar un posible texto en las redes los compelía a escribir (la mirada de los otros, creación de expectativas, el deseo pluriforme, etc) También, que parte de la composición consistía en recuperar esos twuitts o fragmentos desperdigados y luego, indefectiblemente, entregarse a una estructura rizomática, que otorga, paradójicamente, una coherencia formal y estética mayor.


Montaigne, precursor del fragmento amaría las redes sociales. Montaigne precursor de twuitter.


Las tecnologías como estímulo para creaciones y modos de intervención no totalizantes, fragmentarias, menores e inextricables con las voces de otros. Marginalias 2.0



Un ejemplo eximio sobre un tema candente (De paso, gracias Herr Hal): 



Sunday, March 10, 2013

Raffo "Piros" on Venezuela.

Revolución y muerte (Rockaaaanroll y fiebreee van de la mano los dooos)

  Por Guillermo Raffo | 10/03/2013 | 12:10 (William “Kitchen on FIRE” Raffo)

 18 0 0 Comentarios | Este artículo fue leído 2486 veces

En su obituario sobre Hugo Chávez, publicado sin firma, el diario The Guardian le roba a Beatriz Sarlo uno de sus giros retóricos favoritos para cuando tiene que afirmar un disparate.(te creo porque sos especialista en la espeleología del disparate) Dice: “Lo que ni siquiera sus críticos más acérrimos podrán negar es que a Chávez realmente le importaban los pobres. Tenía un gran corazón, y va a dejar un gran espacio vacío en el corazón de la gente común, no solamente en Venezuela sino en todas partes de Latinoamérica y el mundo”.

Levanto la mano. (ay que pelotudo) Señorita, (Qurés ir al baño?) disculpe, no es así. No le importaban los pobres, ni le importaban las personas, en general.(YO ACUSO) Y esa primera oración sugiere que tampoco deberíamos negar la segunda, que es mucho peor y encima dice “gran” y “corazón” dos veces. ¿Podemos empezar de nuevo? (tu socialización y aprendizaje? Dale, por favor)

Se me ocurren pocos eventos más previsibles que el anuncio de la muerte de Chávez, quien como todos sabemos estaba muerto desde hace rato. (FRANKENSTEIN) El uso litúrgico de esa muerte era fija también, cómo se lo iban a perder. (eeeh el uso litúrgico de la muerte, forma parte de costumbres rituales de antaño que tratan de lidiar con la muertPARA QUE ME GASTOOOO O O O) Lo que me sorprendió (Cualquier cosa pudo haber sido, TupperHouse) fue la cantidad de gente más o menos funcional que recordó con cariño a un militar dictador (Reelecto tres veces, renovación de los modelos de Mussolini y Franco, DICTADURA DEL SIGLO XXI). Noté también (Qué observador agudo) que las elegías a Chávez omitieron, casi todas, su legado más importante: las maneras novedosas que descubrió para disciplinar a su pueblo, algunas de las cuales (?) ya fueron adoptadas por el “franchise” argentino de la revolución bolivariana, también llamada –me enteré hoy, gracias a un agitador kirchnerista no-cristinista– “revolución sin muerte”. (Hola Martín Rodríguez)

Ante todo, está por verse si fue una revolución. Los amantes más sinceros de la revolución –Martín Caparrós, Roberto Gargarella, no sé, el trotskismo– (Re coherente la tríada) dirán que no, seguramente. Lo que quede de la derecha en Argentina, dos viejitos en sillas de ruedas, dirán que sí, igual que el kirchnerismo. Yo diré que no me importa, (UPA, fuerte) pero con muerte fue seguro.(Si, ponele)

Los desaparecidos en la Argentina, (uuuuh en serio Raffito? También en este tren de miseria te vas a subir?) ¿cuántos fueron? ¿Diez mil? Supongamos que no sabemos que la cifra real es mucho menor que la que durante años nos hicieron cantar en las marchas de la resistencia,(te pegaban?, con razón!) como buenos pelotudos que fuimos. (Yo no estaría tan segura con el pretérito del indicativo) Aceptemos, para no complicar la discusión, que fueron los treinta mil canónicos, nomás. Las fuentes más conservadoras hablan de 120 mil homicidios durante el gobierno de Chávez. El criminólogo venezolano Fermín Mármol García da la cifra más precisa de 155.788, contabilizando sólo hasta 2010. En todo caso, parafraseando a Les Luthiers, podemos asegurar que “más de cien eran”. (Ajá…Y la cifra de homicidios en EEUU, por ejemplo?)

Es horrible. (No llores) Estamos redondeando muertos de a miles. Porque el gobierno venezolano hace todo lo posible por ocultarlos (?!) y porque a partir de cierto punto ya te da lo mismo, (Qué banal el tipo este, por dios, que heredera de Sacher Masoch que soy) salvo que alguna víctima te toque más de cerca. Es muchísima gente. Casi tanto como las bajas –civiles y militares– durante la guerra de Irak; más muertos que los que se contabilizan durante el mismo período en México, un país con cuatro veces más habitantes, durante el enfrentamiento de carteles más sanguinario de la historia. William J. Dobson es una fuente confiable, y de Venezuela sabe mucho. Dice que en un fin de semana promedio, durante el año pasado, moría más gente asesinada en Caracas que en Kabul y Bagdad sumados. (Ajá… y eso que tiene que ver con la responsabilidad del gobierno de Chávez?, imagino que aún en tu labil capacidad cognoscitiva podes ver la diferencia entre violencia institucional y criminalidad común)

La inseguridad era un problema en Venezuela antes de que asumiera Chávez, (Aaah OK) pero un crecimiento del 223% en homicidios no es un detalle: es síntoma de algo constitutivo en su gobierno. (Ah si? Según que estudios, qué pruebas? El aumento de los homicidios es un fenómeno global, cachito de mazapán reñido con la lógica) Sólo el 6% de los crímenes se resuelven en Venezuela. Apenas tres de cada diez homicidios superan la fase de investigación policial, y de esos sólo uno llega a juicio. No todos (NO TODOS) esos muertos son víctimas del gobierno, pero lo que escuché en Venezuela es que muchos sí. ("PERO LO QUE ESCUCHE EN VENEZUELA ES QUE MUCHOS SI". LO QUE ESCUCHE. SI SI, LEYERON BIEN, LO QUE ES  CU CHE. Sólido, inapelable, rígido cual yunque sobre cubo de cemento, EXPRESIÓN APODÍCTICA) Todos los opositores con los que hablé en Caracas daban por hecho que el gobierno mandaba a matar gente (qué confiable), y que tenía aceitadísimo (Con Cocinero? Cuac. Perdón, me aburro mortalmente) un sistema por el cual esas muertes pasaban a engrosar las cifras del delito común. Incluso un chavista (?) de clase media me lo concedió a regañadientes, como quien habla de los efectos secundarios de un antibiótico.

Eso fue en 2005. Yo estaba en Venezuela buscando escenarios para un videojuego de alto presupuesto – decididamente imperialista– cuya historia requería un relevamiento exhaustivo de las peores zonas urbanas de Latinoamérica. Zafé de México, pero recorrí durante meses los barrios más sórdidos de Caracas, Río y la provincia de Buenos Aires. Lo de Caracas no lo vuelvo a hacer. (No sabés como te van a extrañaaaar estan devastados)

Lo primero que me dijeron cuando llegué fue: “No vayas, o ten mucho cuidado en el centro, que hay mucha gente del gobierno”. Mucha gente del gobierno, muchos delincuentes (Upa, fuerte) y ningún elemento para distinguirlos, salvo el uniforme.(NINGUNO, SALVO UNA VESTIMENTA FLAGRANTE. Hola contradictio) Y ni siquiera, porque había más de cuatro uniformes distintos –cuatro instituciones distintas– y el miedo que te daba uno era sólo comparable con el miedo que te daba el otro. (Este temita del miedo deberías hablarlo con el psicólogo, Schreber expratiado de baja intensidad, te acompañaremos en el tratamiento) Todos los días la policía mataba a una docena de personas. (Según…?) Vi un tiroteo en el subte de Caracas, que es un lugar bastante peligroso pese a tener reglas muy explícitas. “Normas.” Uno se entera enseguida de que hay normas porque está lleno de carteles enunciando esas normas.(Qué indicio irrefutable) También hay televisores, y en los televisores están las normas. Norma #1: no pise la línea amarilla. Norma #8: no haga pis en el piso. De verdad. Asegurándose de que las normas se cumplan, hay tipos en traje de fajina portando armas automáticas. (Policía asegurando cumplimiento de las normas del ordenamiento público, cosa nunca vista en el mundo. Todos sabemos que en Chile, por ejemplo, haces lo que se canta el orto y nadie te dice nada.)

Mientras yo estaba en Caracas, Carlos Eduardo Orozco, candidato por la agrupación Fuerza Vecinal Independiente, recibió más de veinte balazos. Intenté averiguar el motivo de ese asesinato y sólo pude entender que Orozco estaba investigando –o, según la fuente, “intentando vengar”– la muerte de su hijo, que había sucedido en un enfrentamiento contra algo llamado “La banda del Toyota”. Esa misma semana un grupo armado entró a una peluquería y fusiló a once personas. El grupo de fusiladores estaba conformado íntegramente por miembros del Cicpc, Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas. Alegaron en su defensa que las víctimas se lo merecían, porque eran todas (o casi todas) parte de la banda Los Electrónicos. Pocos días después, tres estudiantes de la Universidad Santa María fueron ajusticiados por la policía en un callejón del sector Kennedy, en Macarao. Los diarios opositores lo denunciaron con resignación, la prensa chavista lo reconoció, ningún sector se preguntó por los motivos ni por los culpables. (Este hecho, si es así, revelaría un caso de violencia institucional pero que de ninguna manera prueba tus tesis delirantes, por cuánto hay que multiplicar este caso para que dé 150.000?)

En esa época, fuera de Caracas, los ganaderos eran asaltados casi todos los días, con la consiguiente pérdida de vidas humanas y bovinas. (Oh las vacas!. No en serio, esto es criminalidad común, pavote) Los asaltantes (según los diarios) (opositores al chavismo) eran policías y paramilitares que amenazaban de muerte a los ganaderos que se negaban a vender sus haciendas a miembros del gobierno. Ninguno de los gobiernos regionales desmintió esto, ni me encontré con nadie que pensara que no era cierto. (Los métodos de certificación de Raffo: “lo escuche”, “me comentaron”, “No me encontré con nadie que no lo crea” DIVINO, A ESO SE LE LLAMA PROBAR, anotá Popper) Tampoco parecía preocuparles mucho. Lo que sí preocupaba a los gobiernos regionales, o por lo menos a los gobernadores de los estados fronterizos, era la influencia creciente de los soldados del Frente Bolivariano de Liberación. El FBL es abiertamente chavista y estaba compuesto entonces por unos cuatro mil guerrilleros armados que se emborrachaban mucho. (Upa, fuertus) Los vecinos se quejaban a los gobernadores, los gobernadores se quejaban a Chávez. Chávez dijo que no era problema suyo; que él “no necesitaba” a los jóvenes soldados del FBL, y que ellos hacían sus cosas, por su cuenta. No sé si les suena. (No…a qué?)

Antes de que pudiera subirme al avión de regreso a Madrid, para no volver nunca más a ese país infame,(No voy en treeen voy en avión, no necesito a nadie a naaaaaaadie alrededor) los empleados de aduana revisaron cada milímetro del contenido de mis valijas. (HABRASE VISTO!) Después me llevaron a un cuartito sin ventanas en el que me hicieron preguntas absurdas durante media hora. (Absurdas? Si estudiaste, por ejemplo?) Su preocupación principal era saber por qué me llevaba recortes de periódicos. Los carteles en el aeropuerto decían: “Bienvenido a Venezuela. No hay nada más importante que la identidad”. (Qué final contundente)



*Escritor y cineasta. (Todos conocemos sus obras magnas, como el libro…. Y la película… eeeh, esa boludo, esa premiada….dale che, la tengo en la punta de la glotis…)


Y para terminar, una estilización de Fassbender; está bueno:  http://vimeo.com/61278845

Saturday, March 09, 2013

Grandes Comentadores

"Buenas acotaciones a esta "nota" (a propósito ¿cuántas notas psicologistas sobre jefes de estado hubiesen pasado el filtro de calidad en la prensa de antaño antes de ser publicadas?) del bueno de Fonte. Pletórica de contradicciones párrafo por medio, básicamente recorre el tópico ultra-gastado de "la impostura K", donde todo es un teatro que esconde otras intenciones que a su vez pueden ser múltiples y antitéticas, total con alguna seguro la van a pegar. Estos tipos tienen lo que para mí es una mezcla extraña entre una terrible cortedad de miras para ver los procesos históricos y la ideología subyacente de "los idiotas pobres manejados por cualquier dictatorzuelo populista" (que ganen elecciones es un detalle que los tiene sin cuidado); entonces pueden escribir cosas como "Justo lo que Venezuela y el populismo regional necesitan de modo urgente" porque, obstinadamente, no pueden salir del fukuyanismo del fin de la historia y de las ideologías que por otra parte (al menos en esta parte del mundo) se mantienen más vivas que nunca. El extravío de esta prensa, constituida en el bloque de poder opositor realmente existente, parte de ahí y así les va con sus white great hope de turno que no aciertan a construir su alternativa."

Karl Albert; blog: http://laciudadfutura.blogspot.com.ar/

Friday, March 08, 2013

El "Know how" lutesco

La segunda soledad de Cristina 
por Jorge Fontevecchia

Intimidad del peor golpe que sufrió CFK desde que quedó viuda. La chance del liderazgo regional y la resignificación del luto. ¿Habrá un giro chavista? (Inaugurando el nuevo cuco: el giro chavista)

Dos años, más o menos. Ese período de tiempo es el que convencionalmente los psicólogos consideran razonable para elaborar el duelo por la pérdida de un ser querido. (Jorge “golden epígono de Freud” Fontevecchia) Uno de los factores que podrían complicar ese proceso es –según los especialistas– la muerte de más personas allegadas. El efecto es comparable al estrés postraumático: un golpe que no cesa. La pérdida sin final. Pero no tiene que ser necesariamente así. (Ah, que bueno)

Hay chances de hacer de la necesidad virtud, y rescatar de la tragedia una oportunidad de crecer, madurar y aprender a ser uno mismo, con más autonomía que nunca. (Hoooola Berni Stamateas!, qué bello todo lo que decís, OPORTUNCRISIS)  Ese dilema asedia hoy a la Presidenta. “Cristina está muy golpeada”, aseguran funcionarios y empresarios oficialistas consultados sobre el estado de ánimo con que la mandataria tomó la noticia de la muerte de Hugo Chávez. Señalan las pérdidas recientes en el entorno íntimo presidencial: en las últimas semanas, fallecieron la suegra y la consuegra de Cristina. Y el jefe de Gabinete Abal Medina subrayó lo obvio, cuando declaró que los funerales del líder bolivariano evocaban las ceremonias del último adiós a Néstor Kirchner. Es cierto (y si, son los hechos, digamos) que en poco más de dos años, Cristina tuvo que afrontar demasiados episodios traumáticos, si se incluyen la pérdida del primer embarazo que le iba a traer un nieto (de su hijo Máximo), y el sorpresivo diagnóstico –errado, por suerte– de un cáncer de tiroides.

Pero la inusual transparencia oficial sobre el humor presidencial, en medio de un clima angustiante apoyado por la cobertura permanente de la TV Pública de las exequias caraqueñas, hace pensar que en paralelo al dolor, se incuba (AY!) en Cristina la evaluación de un nuevo escenario regional que puede abrir otro capítulo en su estrategia política. (Explicame el salto lógico, el vínculo causal entre “la inusual transparencia oficial sobre el humor presidencial” con una nueva estrategia política)

En el Gobierno aseguran que Cristina tomó la decisión de viajar de urgencia a Caracas (Sorprendente). Apenas se enteró de la noticia de la muerte de Chávez, lo llamó al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y le ordenó. “Prepará el avión que nos vamos a Venezuela”. Parrilli fue el encargado de armar todos los detalles de la comitiva. En el Tango 01 viajaron Cristina y un grupo reducido. La acompañaban su hija Florencia y su hermana Giselle. También voló el Tango 02, con militantes K, funcionarios y dirigentes sociales. Fue la comitiva más abultada de todos los países asistentes, con más de cien personas. Por ejemplo, la brasileña Dilma Rousseff solo viajó con dos ministros y una comitiva de 15 personas. (REVELADOR)

Ya en el aeropuerto venezolano y luego en la capilla ardiente, Cristina se movió como en casa, acostumbrada como nadie a su alrededor al uniforme de luto que mantiene desde la muerte de su esposo. (eeeh y, si… ) Elogió a Chávez como un “liberador de mentes”, llevando agua para su molino retórico al recordar que Néstor Kirchner también había osado romper tabúes geopolíticos y económicos heredados de la era “neoliberal”. Hablaba firme, con un discurso ideologizado (Cuál no lo es mi querido aséptico?) y combativo, como una líder en campaña. Triste pero cómoda, de negro como siempre, la presidenta argentina llevó a Caracas su “know-how” (Absolutamente racional e instrumental, si, poneeele Juanele) para tiempos de viudez afectiva e institucional: ella sabe muy bien lo que es perder al jefe amado en plena turbulencia política, ella conoce la zozobra de ver morir al dueño del timón justo cuando viene la tormenta. Ella aprendió a llorar y comandar al mismo tiempo, sin respiro. Ella sabe cómo apoyarse en Él cuando Él ya no está, y cómo llenar con su propio cuerpo un lugar peligrosamente vacío. Justo lo que Venezuela y el populismo regional necesitan de modo urgente. (Todo absolutamente consciente y craneado Cristina “TEG“ Kirchner)

La vuelta anticipada de la Presidenta, que no se quedó en Caracas para las exequias, podría (OH, INEVITABLE POTENCIAL CUAL MOIRA FATAL!) ser síntoma de un cálculo geopolítico, ya que la noticia del regreso de la comitiva argentina coincidió con el anuncio de que Mahmoud Ahmadinejad iría a honrar el féretro de su socio caribeño. Aunque el ministro de Defensa argentino, Arturo Puricelli, se apresuró a aclarar que el acortamiento de la visita de Cristina no era para evitar una foto incómoda con el presidente iraní, en medio del debate nacional por el acuerdo judicial por el atentado a la AMIA. Para no dudar de la desmentida oficial, se podría especular que Cristina decidió volver a su país cuando vio el improvisado y tal vez caótico alargamiento de los funerales bolivarianos. (O A o B? jugate jugate jugate jugate JUGAAATE YA!”

Podés leer la nota completa en la última edición de NOTICIAS. Conseguila aquí. (NOOOOO ME CORTARON LAS PIERNAS! Me quedé manija de Jorge!)

Thursday, March 07, 2013

Pierre y Virginia

A  S. C.



Extracto de "La ilusión y la génesis social de la libido dominandi" en La dominación masculina de Pierre Bourdieu.

Si bien las mujeres, sometidas a un trabajo de socialización que tiende a disminuirlas y negarlas, hacen el aprendizaje de las virtudes negativas de la abnegación, la resignación y el silencio, los hombres son también prisioneros e, irónicamente, víctimas de la representación dominante, por más que sea conforme a sus intereses: cuando logra instituirse completamente en la objetividad de las estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras mentales que organizan las percepciones, los pensamientos y las acciones de todo el grupo, el sistema mítico-ritual funciona como una representación autorrealizadora y no puede encontrar en él mismo, ni fuera de él, el menor desmentido.

El principio de división primordial, el que divide a los seres humanos en hombres y mujeres, asigna a los primeros las únicas tareas dignas de ser desempeñadas, incitándolos a adquirir la disposición a tomar en serio las labores que el mundo social constituye como serias. Esta illusio original, que hace al hombre verdaderamente hombre, y que puede designarse como sentido del honor, virilidad, o en el léxico de los kabilas, más radical, "kabilidad" (thakbaylith), es el principio indiscutido de todos los deberes hacia uno, el morot o el móvil de todas las acciones que se deben realizar para estar en paz con uno mismo, para permanecer digno, a los propios ojos, de una idea (recibida) del hombre.
Es en la relación entre un habitus construido según la división fundamental de lo derecho y lo curvo, de lo parado y lo acostado, de lo lleno y lo vacío, en suma, de lo masculino y lo femenino, y de un espacio social organizado también conforme a esta división, y por entero dominado por la oposición entre los hombres, preparados a entrar en las luchas por la acumulación de capital simbólico, y las mujeres, preparadas a excluirse o a no entrar, con ocasión del matrimonio, que en tanto objetos de intercambio, revestidos de
una elevada función simbólica, que se definen las inversiones agonísticas de los hombres, y de las virtudes, todas ellas de abstención y de abstinencia, de las mujeres.

Así, el dominante es también dominado, pero mediante su dominio, lo que evidentemente no es algo desdeñable. Para analizar esta dimensión paradójica del dominio simbólico, casi siempre ignorado por la crítica feminista, conviene, al pasar sin transición de un extremo al otro del espacio cultural, de los montañeses kabilas al grupo Bloomsbury, apelar a Virginia Woolf, pero no tanto a la autora de esos clásicos del feminismo como A room of one's own (Una recámara propia) o Three guineas (Tres guineas), sino a la novelista que, gracias al acto de escribir y a la amnesia que favorece, revela cosas que han estado ocultas a la mirada del sexo dominante por lo que ella denomina "el poder hipnótico de la dominación". La novela To the lighthouse (Paseo hasta el faro) propone una evocación de las relaciones entre los sexos libre de toda clase de clichés y frases hechas acerca del sexo, el dinero y la cultura o el poder, que aún transmiten los textos más teóricos, y un análisis incomparable de lo que puede ser la mirada femenina a
esta suerte de esfuerzo desesperado, y bastante patético, en su inconsciente triunfante, que todo hombre debe hacer para estar a la altura de su idea infantil del hombre.
En pocas palabras, To the lighthouse es la historia de la familia Ramsay, que se encuentra de veraneo en una de las islas Hébridas con unos amigos. La señora Ramsay prometió a su hijo menor, James, de seis años, llevarlo al día siguiente a dar un paseo al faro que se ve iluminado todas las noches. Pero el señor Ramsay anuncia que al día siguiente hará mal tiempo. Estalla una discusión al respecto. Pasa el tiempo. La señora Ramsay se muere. De vuelta a la casa largamente abandonada, el señor Ramsay emprenderá, con James, el paseo otrora frustrado.
Es probable que, a diferencia de la señora Ramsay, que teme que su marido no ha entendido, la mayor parte de los lectores, sobre todo masculinos, no comprendan, a la primera lectura, la situación extraña que evoca el inicio de la novela: 

De repente, un grito violento, semejante al de un sonámbulo a medio despertar, en el cual se detectaba algo como "bajo las balas, bajo las granadas de un cañón, ráfaga ardiente", resonó en sus oídos con una enorme intensidad y la hizo volverse, inquieta, para ver si alguien no había oído a su marido. 

Y es probable que tampoco comprendan cuando, páginas adelante, el señor Ramsay es sorprendido por otros personajes, Lily Briscoe y su amigo: "Así, cuando Ramsay se precipitó hacia ellos con gritos y aspavientos, se cercioró de que la señorita Briscoe comprendiese cuál era el problema. Sólo poco a poco, a través de las diferentes visiones de diversos personajes, la conducta del señor Ramsay adquiere sentido. "Ella abrigaba el temor de que el hábito de hablar solo o recitar versos iba en aumento. Se suscitaban situaciones embarazosas" (p.87). De este modo, el mismo señor Ramsay, que había aparecido,
desde la primera página de la novela, como un formidable personaje masculino, y paternal, es descubierto en flagrante delito de infantilismo.
Toda la lógica del personaje radica en esta contradicción aparente. El señor Ramsay, cual rey arcaico que evoca el Benveniste del Vocabulario de las instituciones indoeuropeas, es aquél cuyas palabras son veredictos; el que puede anular con una frase la "alegría extraordinaria" de su hijo, entusiasmado con el plan del paseo al día siguiente hasta el faro ("Pero, dice su padre deteniéndose ante la ventana del salón, no hará buen tiempo").
Sus previsiones tienen el poder de hacerse realidad: ya sea que actúen como órdenes, bendiciones o maldiciones que hacen ocurrir, por arte de magia, lo que anuncian, ya sea que, por un efecto infinitamente más sobrecogedor, enuncien simplemente lo que se anuncia, lo que está inscrito en las señales accesibles a la previsión simple del visionario casi divino, capaz de dar razón al mundo, redoblar la fuerza de las leyes de la naturaleza natural o social convirtiéndolas en leyes de la razón y de la experiencia, en enunciados a la vez racionales y razonables de la ciencia y de la sabiduría. Previsión de la ciencia, el acto de comprobación imperativo de la profecía paterna envía el futuro al pasado; predicción de la sabiduría, da a este porvenir todavía irreal la sanción de la experiencia y del conformismo absoluto que implica. Adhesión incondicional al orden de las cosas y ratificación apresurada del principio de realidad, se opone a la comprensión materna, que concede una adhesión evidente a la ley del deseo y del placer pero escindida en una doble concesión condicional al principio de realidad: "`Sí, por supuesto, si hace buen tiempo mañana', dijo la señora Ramsay. `Pero tendrán que levantarse de madrugada', añadió". Basta comparar esta frase con el veredicto paterno para ver que el nombre del padre no tiene necesidad de anunciarse, ni de justificarse, el "pero" ("`Pero,
[...] no hará buen día'"), subrayando que no existe, para un ser razonable ("Sé razonable", "Más tarde comprenderás"), otra opción que someterse sin más ante la fuerza de las cosas. Es ese realismo, mata-alegrías y cómplice del orden imperante en el mundo, lo que desencadena el odio al padre, odio que, como en la rebeldía adolescente, se dirige menos contra la necesidad que el discurso paterno pretende desvelar cuanto en oposición a la adhesión arbitraria que el padre todopoderoso le concede, probando así su debilidad: debilidad de la complicidad resignada que admite sin resistencia; debilidad de la complacencia que obtiene satisfacción y vanidad del placer cruel de desilusionar, es decir, de hacer compartir su propia desilusión, su propia resignación, su propia derrota. Las rebeliones más radicales de la infancia y la adolescencia se dirigen no tanto en contra del padre como en contra de la obediencia espontánea al padre, contra el hecho de que el primer movimiento del habitus sea para obedecerlo y para acatar sus razones.
En ese punto, gracias a la indeterminación que autoriza el uso del estilo indirecto libre, se pasa insensiblemente del punto de vista de los niños sobre el padre al punto de vista del padre acerca de sí mismo. Punto de vista que no tiene, en realidad, nada de personal puesto que, en tanto punto de vista dominante y legítimo, no es otra cosa que la elevada idea de sí mismo que tiene el derecho y la obligación de mantener, él que está resuelto a realizar en su ser el deber ser que el mundo social le asigna, en este caso, el ideal del hombre y del padre que se debe realizar:

[...] lo que él decía era la verdad. Era siempre la verdad. Era incapaz de no decir la verdad; no alteraba jamás un hecho, no modificaba jamás una palabra desagradable en función de la comodidad o el beneplácito de alma viviente alguna, mucho menos de sus propios hijos, carne de su carne, y destinados por tanto a aprender lo antes posible que la vida es ardua, que los hechos no aceptan compromisos, y que el paso al país fabuloso donde se desvanecen nuestras esperanzas más luminosas, donde nuestras barcas frágiles naufragan en la tiniebla (llegado a este punto, el señor Ramsay se incorporaba y fijaba la mirada en el horizonte, achicando sus ojillos azules), representa una prueba que exige ante todo coraje, sinceridad y aguante

Vista desde esta perspectiva, la dureza gratuita del señor Ramsay ya no es resultado de una pulsión tan egoísta como el placer de desilusionar; es la afirmación libre de una elección, la de la rectitud y también la del amor paterno bien entendido que, al rehusar abandonarse a la facilidad culpable de la indulgencia femenina, y ciegamente materna, debe presentar el mundo en toda su crueldad. Es, sin duda, lo que significa la metáfora del cuchillo o la hoja de metal, que la interpretación freudiana aplastaría, y que, como entre los kabilas, cifra el papel masculino -la palabra y la metáfora teatrales se imponen por una vez- del lado de la fractura, la violencia, el asesinato, es decir, del lado de un orden natural construido contra la fusión original con la naturaleza materna y contra el abandono al laissez-faire, a las pulsiones y a las impulsiones de la naturaleza femenina.
Se empieza a sospechar que el verdugo es también víctima y que la palabra paterna está expuesta, por lo mismo que su fuerza, a convertir lo probable en destino en el esfuerzo mismo para conjurarlo y exorcizarlo al expresarlo. Y ese sentimiento no puede sino intensificarse cuando se descubre que el padre inflexible, que con una frase sin apelación posible acaba de matar los sueños de su hijo, ha sido sorprendido en vías de jugar como un niño, entregando a quienes se han encontrado así "introducidos en un dominio privado", Lily Briscoe y su amigo, "algo que no había tenido la intención de mostrarles": los fantasmas de la libido academica que se expresan metafóricamente en los juegos bélicos. Pero conviene citar en toda su amplitud
el largo ensueño del señor Ramsay en el cual la evocación de la aventura guerrera, la carga en el valle de la Muerte, la batalla perdida y el heroísmo del jefe ("Pero no quería morir acostado; encontraría alguna arista rocosa y moriría parado, los ojos fijos en la tempestad [...]"), se mezcla íntimamente con la evocación ansiosa del destino póstumo del filósofo ("Z no es atacado más que una vez por generación". "Jamás alcanzará a R"): 

¿Cuántos hombres en un millar de millones, se preguntaba, terminan por llegar a Z? Desde luego, el jefe de una columna infernal puede plantearse esta pregunta y responder sin traicionar a quienes lo siguen: `Uno, tal vez'. Uno en una generación. ¿Debe ser entonces culpado si no es ése? ¿Con tal de que haya penado sinceramente, entregado hasta que no le quede nada? Su renombre ¿cuánto dura? Incluso a un héroe se le permite preguntarse al estar moribundo cómo se hablará de él tras su muerte. Ese renombre durará posiblemente dos mil años [...].
¿Cómo culpar al jefe de esta columna infernal que, después de todo, ha trepado bastante alto para ver la perspectiva estéril de los años y de la muerte de las estrellas si, antes de que la muerte entiese sus miembros y los deje sin movimiento, eleva con cierta solemnidad sus dedos entumecidos ante sí y se incorpora? Pues, de este modo, la expedición de socorro que ha ido en su busca lo encontrará muerto en su puesto cual soldado glorioso. El señor Ramsay se enderezó y se mantuvo muy derecho al lado de una urna. ¿Quién lo iba a culpar si, mientras se mantenía así un momento, su pensamiento se detenía en el renombre, las expediciones de socorro, las pirámides de piedra erigidas sobre sus huesos por los discípulos agradecidos? Por último, ¿quién culparía al jefe de la infausta expedición si [...]

La técnica del difuminado-encadenado, que tanto gustaba a Virginia Woolf, funciona aquí de maravilla: la aventura guerrera y el renombre que la consagra es una metáfora de la aventura intelectual y del capital simbólico de la celebridad al que aspiraba; la illusio lúdica permite reproducir en un grado más elevado de desrealización, por ende a un menor costo, la illusio de la existencia ordinaria, con sus apuestas vitales y sus asedios apasionados, todo lo que agita las discusiones del señor Ramsay y sus discípulos, autoriza el trabajo del levantamiento parcial y controlado del sitio, que es necesario para asumir y superar la desilusión ("No tenía genio; no se hacía ilusiones", p.44) conociendo al mismo tiempo la illusio fundamental, la inversión en el juego mismo, la convicción de que el juego merece ser jugado a pesar de todo, hasta el final, y según las reglas (puesto que, después de todo, el último de los soldados rasos siempre puede "morir de pie"). Ese
cerco visceral cuya expresión es esencialmente una postura se logra en las poses, las posiciones o los gestos corporales que están orientados en el sentido de lo derecho, lo recto, de la erección del cuerpo o de sus sustitutos simbólicos, la pirámide de piedra, la estatua.
La illusio que es constitutiva de la masculinidad representa la base de todas las formas de la libido dominandi, es decir, todas las formas específicas de illusio que se generan en los diferentes campos. Esta illusio original es lo que hace que los hombres (por oposición a las mujeres) sean socialmente instituidos de tal manera que se dejen involucrar, como niños, en todos los juegos que les son socialmente asignados y cuya forma por excelencia es la guerra. Al dejarse sorprender en un ensueño despierto que descubre la vanidad pueril de sus bloqueos más profundos, el señor Ramsay revela bruscamente que los juegos a los cuales se presta, como el resto de los hombres, son juegos de niños, que no se perciben en toda su extensión porque, precisamente, la connivencia colectiva le confiere la necesidad y la realidad de las evidencias compartidas. Por lo mismo que, entre los juegos constitutivos de la existencia social, los que se dicen serios, estén reservados a los hombres -mientras que las mujeres se dedican a los hijos-se olvida que el hombre es también un niño que juega al hombre. La alienación genérica es el origen del privilegio específico.

-"¿Qué hay que hacer para ser feliz?

PB -"Puedo responder pero a título personal, no como sociólogo (...) Es necesario hacer lo poco que se pueda para cambiar las cosas, si, creo que es eso. Cada uno tiene un pequeño margen de libertad, cada uno tiene que hacer lo poco que pueda para escapar de las leyes, de las necesidades del determinismo"