Wednesday, December 26, 2012

Literatura y fracaso (Fractus).

La primer novela del mundo narra un fracaso. Quijote, Alonso Quijano, postrado en una cama, agonizante y loco, luego muere. Lo que es derrotado no es la literatura o la ficción, sino un modo de desajuste entre los lugares establecidos que la Epistème ha reservado para la “Ficción” y la “Realidad” (1). Cuando Quijote cree efectivamente que las historias de las novelas de caballerías existen fuera de los libros, cuando impregna o proyecta la vida cotidiana, transformando los objetos y subvirtiendo funciones, provoca un desacomodo en la Cultura (y el orden) que no puede más que provocar su fracaso, tomando la forma definitiva de la muerte. Similar es la trayectoria de Madame Bovary; aburrida de una vida burguesa y provinciana junto al buen Charles, se turba con la literatura romántica y los aspectos sensuales de la liturgia católica, siendo empujada así al adulterio y nuevamente fracasando vía suicidio. Pero hay otro modo de falla (en el sentido geológico del termino) entre ficción y realidad; aquella que se opera cuando los personajes visualizan el mundo social como juegos en los que no logran comprometerse. Por falta de illusio, los personajes desnudan la verdadera naturaleza de la cultura: no hay naturaleza, todo es gratuito. Hay Teatrum mundi (teatro del mundo), hay Play (en inglés obra de teatro y juego al mismo tiempo). Fréderic, de La educación sentimental, coquetea con todos los envites sociales (amorosos, políticos, profesionales) sin comprometerse de lleno con ninguno (2). En esta línea pero en una versión extrema, Mersault en El extranjero deconstruye absolutamente la ficción de lo real al tener una relación (o una no-relación) absolutamente desencantada y descreída de los decorados sociales, hasta el punto de no llorar en el velorio de su madre. Exceso de encantamiento de la vida "real": Quijote; exceso de desencantamiento: Mersault, y ambos terminan en el fracaso de la muerte, dibujando los dos puntos entre los que se mueve toda la literatura universal. Ambos, también, desequilibran los lugares "sanos" en los que la cultura ha colocado la realidad y la ficción, tomando la vida como literatura o la literatura como vida. La burguesía coloca al arte en el lugar cómodo de objeto de consumo, de mercancía que puede ser incorporada como capital cultural presto a ser usado (3). Se controla la ficción, se la cerca, se la usa. El desajuste proviene de una lectura que se perturba por el arte que ya no puede (o no puede sólo) usarla como mercancía, ya que el arte te ha convertido en una experiencia que abisma al sujeto y le modifica su praxis vital a partir de la contaminación ficción-realidad. La consecuencia de la diaclasa provocada por este tipo de lecturas "desubicadas" sólo puede ser el fracaso y la muerte. 


(1) ¿No es esto lo que hacen los "locos"?

(2) Georg Lukács definió La educación sentimental como “novela psicológica de la desilusión”.

(3) Roland Barthes en Mitologías analiza esta concepción en la literatura comparando el Nautilus de Verne, símbolo de la ideología burguesa, un submarino en que todo está bajo el control y dominio del conductor, con El barco ebrio de Rimbaud, que navega a la deriva y sin conductor.

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