Thursday, January 17, 2013

Fernando y el relato bíblico (Jineteando)

Apocalipsis frío
Por Fernando Iglesias  | Para LA NACION
   

Tienen razón los gurúes kirchneristas: el país no está como en 2001; está peor (Científicos de la Universidad de North Carolaina así lo afirman). Lo que por suerte está mejor son la tasa internacional de interés del dólar y el precio de la soja, que retrasan el proceso por el que la miseria en que viven millones de argentinos se transforma en hambre y desesperación. (magia, taumaturgia, al final la mano invisible es de una racionalidad salvadora) Lejos de derrumbarse sobre nosotros, el mundo globalizado sigue trabajando a favor de la Argentina (Gracias mundo globalizado, Noam Chomsky, Wallerstein, LTA), y es el ingreso extraordinario de divisas lo que nos trae la única diferencia positiva entre los saqueos de diciembre de 2001 y los de diciembre de 2012 (Obvio, la única, seguimos en estado de sitio por ejemplo).

Por si hubieran dudas (“Can you read minds?!”): el Estado recaudó 8000 millones de dólares el año pasado sólo de retenciones agrícolas; aproximadamente cuatro veces lo que destina a la Asignación Universal por Hijo, principal moderadora del estallido social (seeee la principal, por eso las usó Duhalde, en esos días los aparatos coercitivos del Estado no tuvieron NADA que ver). Súmense los demás planes sociales, los subsidios a los servicios esenciales y los miles de empleos estatales creados para paliar el game over y el dólar paralelo por las nubes a pesar de las tasas cercanas a cero que paga la Reserva Federal y se comprenderán las dimensiones del horror que supimos conseguir.(El flagelo y el horror de un Estado que interviene para paliar la pobreza de la gente, qué terrible, y la ONU no hace nada)

Ajustazo 2002, pagadiós 2005 (?), tasas del dólar por el piso y commodities por las nubes: son éstos los componentes del doping que permite hoy al Gobierno congelar la situación en una suerte de apocalipsis frío (POESÍA); (El apóstol Fernando); una debacle en cámara lenta en la que el país no termina de estallar (ni empieza, pero te dejo proseguir con tu prosa cinematográfica de imágenes en cámara lenta), pero todas sus variables retroceden, dejando al descubierto los despojos del modelo. Y aquí estamos sus náufragos (Espero que por lo menos tengas tu Wilson, aunque la pelota de basquet incurriría en el animismo para recobrar vida y alejarse rauda y violenta de tu insoportable clarividencia): viendo cómo el margen competitivo creado en 2002 mediante el más formidable ajuste de la historia termina de extinguirse, los fantasmas del pagadiós más grande del mundo nos acechan, los efectos de la tercera plata dulce se esfuman (“Todo lo sólido se desvanece en el aire“), las facturas impagas de nueve años de cortoplacismo se amontonan y la situación se hace dramática; en tanto, el Gobierno se concentra en hacer de sus errores una epopeya y en la batalla contra los fierros mediáticos y judiciales, preocupado por agregar al cóctel explosivo que preparó en nueve años de delirio nac&pop una nueva dosis de autoritarismo y alucinación. (Tengo miedo)

Después de casi una década de revolución discursiva, el saldo es pavoroso: a pesar de las condiciones externas inéditamente favorables, nos hemos devorado buena parte del capital social en una orgía populista (mmm, potlach sexual, prendete Fernando) que nos ha dejado sin transporte ni energía y con la infraestructura a punto del colapso (Ponele que esa sea la causa y ponele que a eso se le llame pensar). Pese a la carga fiscal de Primer Mundo y las cifras enormes del gasto público (¿dónde irá a parar toda esa plata?) (Podés vaticinar y diagnosticar crisis monumentales y no decir dónde irá a parar la plata de los jubilados? Devolveme la entrada loco) el Gobierno no puede mostrar una sola gran obra pública digna de mención en nueve años de gestión de la abundancia (JAAAA. Pero como la de Fontevecchia, no te voy a mencionar obras concretas y sonantes sacadas de chequeado.com porque temo que el espíritu de tu nota está UN POQUITO REÑIDO con la realidad efectivamente acaecida). Hoy, pese a los anuncios repetidos como si fueran goles, casi todo en la Argentina se cae a pedazos, como bien se vio en ese choque ferroviario a 27 km por hora en el que fallecieron 51 personas; récord que ha retratado impiadosamente la africanización del país. (Somos Níger, hanza para todos y todas)

Y no se trata sólo de la estructura material: el panorama educativo es desolador. A pesar del publicitado 6%, los argentinos de la escuela primaria siguen retrocediendo en los tests internacionales, sólo uno de cada dos adolescentes termina la secundaria y los índices de graduación universitaria están entre los peores de la región (datos?, y sacados de…?), incluidos los países donde la universidad es paga. Para no hablar de calidad educativa. (Un análisis comparativo con nuestra propia historia ni en pedo no? No te culpo, los cortes sincrónicos nos permiten leer menos)

No nos va mejor en lo social, como muestra el 50% de aumento de la población de las villas y el 34% de la mano de obra en negro. (Idem) Hasta el único éxito relativo del modelo, bajar la desocupación, tambalea hoy, después de tres años sin creación de empleos productivos y uno de destrucción de los que se habían generado en la hora de gloria. Y, si hemos de creerles a los índices de inflación provinciales, la pobreza afecta a uno de cada cuatro argentinos, como bien saben en Carrefour y Changomas. (Acá en el sur le decimos “changomá”, de la nada, pero la memoria es involuntETC.)

¿Desendeudamiento? Ninguno. No pagar las deudas puede ser inevitable, pero no es desendeudarse. Y si sumamos a la deuda financiera -40% del PBI- las deudas jubilatorias y las inversiones necesarias para reconstruir la infraestructura y las reservas energéticas, la conclusión es simple: la deuda real y la pobreza son hoy tan grandes como en la etapa final de la convertibilidad. (Si, cuando la elisión, la falta de complejidad y la ensalada de data económica son la regla las conclusiones son simples)

Si en los años 80 teníamos inflación, pero también cambio competitivo, y si en los 90 teníamos atraso cambiario, pero al menos había una moneda en la cual ahorrar (Oh, el ahorro de los 90, que tiempos aquellos! Nostalgia, saudade), el kirchnerismo ha logrado la hazaña de amalgamar lo peor del modelo neoliberal y del populista: atraso cambiario y moneda inexistente, y por lo tanto, bajo crecimiento y alta inflación.(Por eso estamos como estamos, ardiendo con los gélidos jinetes del Apocalipsis frío trotando en el conurbano)  Son problemas que, como se sabe, se solucionan metiendo la economía en el chaleco de fuerza del corralito cambiario y el cierre de importaciones, del que nunca nadie logró salir sin cirugía mayor y amputación. (“Como se sabe”. Iglesias se amiga con lo verificado/verificable sólo cuando de tragedias se trata)

Al apocalipsis frío de los números corresponden aspectos difícilmente cuantificables (Para vos, que sos un analfabeto económico-político que debería estudiar y ser mas serio), pero cada vez más presentes en la cotidianeidad de los argentinos: la inflación, la inseguridad y la corrupción, cuyas sensaciones siguen subiendo. Es el resultado inevitable de una década de erosión de las agencias fundamentales del Estado (AFIP, Anses, AGN, fuerzas de seguridad, Banco Central) y de la extensión de los dominios de la droga y la criminalidad organizada. (El juego y la droga, EL JUEGO Y LA DROGA) Para no hablar de los aspectos simbólicos del kirchnerismo: anomia (San Durkheim in you we trust), impunidad, vale-todo, hubris del poder por el poder (ni un concepto griego te salva de la pelotudez, no te gastes), conducta barra brava y destrucción deliberada de todos y cada uno de los elementos que permiten una convivencia pacífica y democrática. (Basta Lennon) Finalmente, su legado totalitario-mafioso (Atento Godwin) específico, el más terrible y más difícil de revertir: el reemplazo de las instituciones democrático-republicanas y de las organizaciones de la sociedad civil por una densa trama de mafias, cajas y patotas que ha invadido los despachos estatales, las comisarías, los sindicatos, las organizaciones patronales, los clubes de fútbol, las asociaciones de clubes de fútbol y todos los resquicios del país en los que se acumula poder y existe algo susceptible de ser saqueado. (Hola Sicilia)

De manera que sigamos rezando (Para colaborar con la trama semántica bíblica) para que al gobierno del "vivir con lo nuestro" le siga yendo bien con la soja, y esperemos que la economía de Brasil mejore, para que los que viven dependiendo de las limosnas estatales no pasen de la miseria al hambre y vuelvan los saqueos en un país que produce alimentos para siete veces su población. (Ejemplo de manual de Ironía: fenómeno de palabra bivocal en el que se debe entender lo contrario a lo que se enuncia; querés que todo se vaya al re carajo para que esta columna pedorra se ajuste a algo por lo menos parecido a cierta realidad compartida y comunicable)

Si éste no es el apocalipsis, el apocalipsis, ¿dónde está? (#EsCanción)

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