Thursday, October 04, 2012

Ejercicio narrativo (para Ray)

Llego. Me meo. Me olvidé la llave. Me quedo afuera. me siento. Vivo arriba de una carnicería, compartimos  un pasillito en la entrada. Dejaron la puerta abierta para ventilar. Me siento, observo las cortinas de plástico rojo que bailan lentamente. El olor a carne, una mosca que zumba sobre la sombra y la luz del potente vuelco de sol que vomita la puerta principal entreabierta. Tal vez este no sea el afuera indeseable, pienso. Tal vez es una suerte presenciar y experimentar esta porción de realidad que de otro modo hubiese transitado solamente. Me avisan que me dejaron una llave abajo de una piedra. la descubro, breve felicidad. Pero no abre. Y no abre y no abre, la giro, intento, me lastimo los dedos y nada. la puerta está rota, hace mucho. hace juego con el barrio. Contengo la impotencia, voy hacia la puerta, la abro. El sol me ataca de frente, recuerdo la irritación de Mersault ante el reflejo solar y su fatalidad. Hay unas cajas de madera cerca del cartel que reza "Carnicería y Pollajería", contienen bolsas sucias de sangre de pollo. Las miro, bajo el ensordecimiento del calor invasor. Necesito un baño, necesito escribir. En orden inverso, en realidad. Mi mejor amigo vive a dos cuadras, recurro a él. Está en el centro, viaja y me avisa. Qué justo, el es escritor y poeta laureado, gran incitador a que yo escriba. Me decía que escribía bien. Camine azarosamente por las calles de Villa Arguello. Por culpa de ese errabundear inconsciente, nos desencontramos. Hace cinco minutos que estoy en su casa, escribiendo esto. Me criticaba constructivamente mi tendencia a la concentración conceptual y a la brevedad, problemática cuando se trata de la narración. Quiero saber si esto se asoma a algo distinto.

2 comments:

Anonymous said...

Flaneur del barrio, le comparto una postal de recién: venían unos pibes lookeados de little's snoop dogg, meneando un rottweiler y escuchando rap. me sentí en el bronx. claro que no tengo su talento para el fresco conurbano: la instantánea, el rigor, le mot juste, el hastío baudelaireano y el rictus adecuado para el ánimo que la literatura merece.

Todo un Spleen de nuestro Berisso. Espero más de esto, eh? Abrazo querid@. ray

Anonymous said...

Sos lo más, puto con piorrea. Y perdón por el lloradero